En los últimos 20 años se ha producido un importante desarrollo tecnológico sin precedentes. Esta evolución, ha modificado la forma de trabajar, de consumir e incluso de relacionarse. Por ello, para las empresas es mandatory transformarse digitalmente si no quieren quedarse relegados y obsoletos.
La tecnología ofrece un amplio abanico de posibilidades y oportunidades de negocio que permite adquirir y diversificar nuevos mercados y consumidores. Sin embargo, muchas empresas por el desconocimiento o el miedo al cambio relegan esta transformación llevando a la empresa al fracaso o, simplemente, a continuar trabajando en procesos poco rentables.
El mundo digital ofrece un potencial infinito con el que se puede ganar competitividad en un mundo cada día más tecnológico. La transformación digital queda definida como la introducción e integración de la tecnología actual en cada una de los diferentes departamentos que componen una empresa con la finalidad de optimizar los procesos, mejorar la competitividad y ofrecer un valor añadido al cliente.
La transformación digital no supone comprar nueva tecnología sino que supone un cambio de mentalidad empresarial por parte de sus trabajadores. En general, supone apostar por el futuro aprovechando las ventajas de la digitalización a través de:
- Cambiar la cultura de la empresa hacia la innovación.
- Incrementar la eficiencia en los procesos.
- Fomentar la comunicación interna y el trabajo en equipo.
- Nuevas oportunidades de negocio gracias al análisis minucioso del dato.
- Rapidez en las respuestas a clientes y adaptación al entorno.
- Mejora el UX (experiencia de cliente) y la imagen de marca
En la actualidad, la transformación digital no es una opción, es una necesidad que tienen las empresas para poder seguir siendo competitivas. Esta transformación que afecta directamente a su tecnología, a su cultura, a sus clientes y a sus objetivos. Sin embargo, no debe hacerse de manera radical, sino que debe ir integrándose de forma paulatina según las características de cada empresa.
La digitalización es una apuesta de futuro empresarial, de evolución y en muchos casos, supondrá la supervivencia de la organización. Sin embargo, y aunque todo esto suene a obviedad, muchas empresas tienen miedo a abandonar su zona de confort. Esto es debido a la tradicionalidad con la que operan algunas organizaciones que no están abiertas al cambio ni a la evolución.
Por otro lado, es clave fomentar en empleados y directivos las competencias digitales a través de la formación para que adquieran estos conocimientos que tanto valor les proporcionarán en su futuro profesional. Deben estar dispuestos a aprender, a colaborar con otros departamentos, a mejorar las comunicaciones tanto con el cliente interno como con el externo y siempre estar orientados al consumidor de su marca.
El modelo de negocio actual debe estar centrado en la experiencia del cliente y en la digitalización. Esto se consigue implementando sistemas y tecnologías que permitan diseñar estrategias digitales a todos los niveles y departamentos.
En definitiva, la transformación digital no es un objetivo, es un cambio en el proceso que requiere la colaboración de toda la empresa donde la capacidad de adaptación al entorno es la clave para la mejora.
El lugar de Ropei 